El flamenco, historia, palos y protagonistas

Don Antonio Chacón (II)

La recomendación de Enrique el Mellizo para que cantara en la Velada de los Angeles obligaba mucho a Chacón. En primer lugar por el respeto y la veneración que en Cádiz se tenia por El Mellizo y, por otra parte, por la admiración que personalmente sentía Chacón por el patriarca gaditano. El envite era importante y la oportunidad era única para el futuro profesional de Chacón. El propio cantaor, en una entrevista que le hicieron años después, confesaba lo que sentía en aquellos momentos: "Iba a cantar siguiriyas y cuando me había sentado al lado del gran Patiño, vi entrar a Enrique el Mellizo y a su hermano Mangoli con varios aficionados inteligentes y con Enrique Ortega el Gordo, los mejores que había en aquella época. Ya ve como cantarían que yo al verlos en el café cantante dije a mi tocaor: Yo no canto por siguiriyas, me da vergüenza. ¿Y entonces qué quieres cantar "arma mía"?... Tóqueme usted por malagueñas. Y canté una letra y música mía:

Dando en el reloj la una
de aquella campana triste
hasta las dos estoy pensando
el querer que me fingiste
y me dan las tres llorando

Y canté por ese cante, que no lo sabia bien, y me aplaudieron mucho. Desde aquella noche quedé enamorado de las malagueñas y empecé a quitar y poner de mi cosecha".

El éxito fue completo en aquella primera noche de actuación y la empresa le prorroga el contrato para todos los días que duró la Velada. Estos días y los posteriores fueron muy importantes para el futuro artístico de Chacón. Recordó entonces los consejos recibidos en Huelva de "Salvaoriyo" sobre cómo se adquiría el conocimiento del cante. En aquellos momentos el joven Chacón convivía ya con grandes figuras del flamenco como eran El Mellizo y Curro Dulce, y tenia la ocasión de oír los cantes de Enrique el Gordo, Los Loros, El Viejo de la Isla? Pero lo más importante para él era la convivencia estrecha con El Mellizo, cantaor completo, dominador de todos los cantes. Para Chacón fue la suerte de tener un extraordinario maestro en un momento clave de su vida profesional. Precisamente en casa de El Mellizo conoce Chacón a un cantaor de su edad llamado Francisco Lema, apodado "Fosforito", que también recibía el magisterio del patriarca gitano. Desde ese momento nacería una gran amistad entre los dos jóvenes cantaores, amistad que perduraría toda la vida.

El éxito de Chacón en la Velada trascendió rápidamente a toda la afición gaditana y su nombre ocupó un lugar entre los cantaores de cartel en aquellos momentos. Nuevamente hemos de recurrir a las memorias de Javier Molina: "A los pocos días nos enteramos de que Chacón estaba cantando con el gran maestro y compositor de cante flamenco y de malagueñas Enrique el Mellizo, y entonces se aficionó Chacón al cante por malagueñas. Porque el cante de malagueñas de Enrique es muy bueno y de trabajo, y Chacón lo aprendió muy bien, unido a otros cantes que Chacón inventara. Lo cierto es que salió de Cádiz, como si dijéramos con la alternativa de cantaor de gran cartel".

En otoño de 1886, Silverio contrata a Chacón para que actuara en su café cantante, con un sueldo diario de dieciséis pesetas con veinticinco céntimos, cantidad que ningún otro cantaor había cobrado en Sevilla hasta entonces.

En sus principios fue "Salvaoriyo", después Enrique el Mellizo, finalmente Silverio. Tres personas que influyeron grandemente en la carrera profesional y en la personalidad de Antonio Chacón. Sabiduría artística y talante humano recibió el joven jerezano de aquellos maestros.

Fernando el de Triana, en su ya citada obra, relata así la apoteósica presentación de Chacón en el café de Silverio: "Todos los notabilísimos artistas de la época de Chacón prescindieron de sus derechos de antigüedad y acordaron cantar por delante del fenómeno; así serian escuchados e indiscutiblemente aplaudidos, pues al terminar Chacón la primera sesión quedaba el salón completamente desalquilado de personal hasta que de nuevo comenzaba el público a concurrir para la sesión de madrugada; ésta terminaba a las cuatro de la mañana, que allí parecían las diez de la noche, y nadie se movía de su asiento hasta que Chacón terminaba, o mejor dicho, cerraba el espectáculo.

Mientras esto ocurría el salón convertíase en nave de iglesia; con un silencio sepulcral, sólo interrumpido en algún tercio del cante, por la voz del gran Silverio, que nervioso y conmovido solía en voz baja murmurar a la vez que lloraba emocionado: ¡Qué bárbaro! ¡Que bárbaro!."

Según Fernando el de Triana, su letra favorita era:

En la tumba de mi madre
a dar gritos me ponía,
y escuché un eco del viento:
No la llames, me decía,
que no responden los muertos.

El triunfo de Chacón en el salón de Silverio fue apoteósico, lo que hizo que, para retener al nuevo cantaor en su salón, Silverio tuviera que subirle el contrato a veinte pesetas diarias, cantidad inusitada en aquellos tiempos, y ampliarle la duración de sus actuaciones ocho meses más.

Por esos días cantaba también en Sevilla "Fosforito", cuyo arte era muy apreciado por los aficionados sevillanos. Como sabemos, este cantaor y Chacón se conocieron en casa de Enrique el Mellizo, y ambos disfrutaron del magisterio del gaditano al mismo tiempo que fue el inicio de una gran amistad entre los jóvenes artistas. Ahora se enfrentaban en Sevilla, en una competencia artística que levantaba pasiones. Recurrimos de nuevo a Fernando el de Triana: "Recuerdo que, allá por el año 86, Chacón en el café de Silverio y Fosforito en el café del Burrero, y a ruegos de la afición, tuvieron que entenderse las dos Empresas y arreglar los turnos de los dos cantaores, de forma que pudiera el público salir de escuchar a uno y llegar a tiempo de escuchar al otro. ¡Como se ponía el trayecto comprendido entre la calle Rosario y la calle Tarifa! Verdaderas bandadas de aficionados de todas las clases sociales comentaban lo que acababan de oír, deseando que llegara el momento de escuchar al otro ídolo para después enjuiciar con verdadero conocimiento crítico la labor realizada por los dos competidores amistosos.

¿Iría alguien hoy, de un teatro a otro, a escuchar a dos de esos niños? de las milongas?

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